abril 08, 2012

modulo 2, un relato.


Es emocionante, al menos así lo creo, tener nuevas experiencias. Antes de aquel día, jamás había visitado un volcán; todo de aquel lugar me impresionó: su inmensidad, naturaleza, armonía, el frío y la calidez al mismo tiempo.
Lo más impresionante, fue que al caminar sobre la arena y a pesar del frio, se sentía caliente debido al magma, que corría bajo la tierra. El simple hecho de pensar que caminaba sobre aquel elemento me dejó sorprendida.
La naturaleza funciona de manera misteriosa y casi perfecta. Siento que ella sabe lo que hace y cómo lo  hace. En el volcán se combinan, frío y calor, agua y fuego.
La brisa recorrió mi cuerpo, me despeinó y me provocó varios escalofríos. La altura del lugar impedía la buena respiración, causó cansancio. El sol al menos me calentó.
El color agua-marino de la laguna, el amarillo, rojo y diferentes tonos de verde de la vegetación, hojas secas y algunas quemadas, las texturas y tonalidades percibidos por mis ojos y capturados con la cámara, constituían un entorno extraordinario. Al mismo tiempo, me sentí insignificante ante lo inmenso del lugar.
El asombró que me causó la inmensidad del volcán y la perfección de la naturaleza, logré percibirla con mayor ameno. Fue de las mejores experiencias que tuve. 

expresión gráfica

punto de fuga.

punto de fuga.












vista frontal

vista lateral

vista superior







febrero 23, 2012

módulo 1, yo - intuitivo: cierre

auto-retreto:intuitivo.
técnica mixta: acuarela, acrílico y lápiz.



Miércoles 01, 2012: Entrega del módulo, "yo - intuitivo".

montaje del stand.

Stand: 6 láminas sensoriales, cuento, modelo tridimensional y fundamentos científico y filosófico, métodos de investigación y comunicación, expresión gráfica.

enero 22, 2012

M.E1, en proceso.














primer modelo. 

la percepción es selectiva.


hipólita.





Monotonía trivializada e Hipólita.



Muchedumbre, caras borrosas, pies robotizados, brazos torpes, cuerpos apresurados bajo una sola sintonía, mentes enfrascadas al respirar carbónico, miradas diluidas en indiferencia; Hipólita caminaba entre las personas por la calle, esquivando los hombros groseros mientras se dejaba llevar por sus famélicos pensamientos, buscando una sonrisa amigable entre la monotonía de la tarde.
Cuando pudo ordenar sus pensamientos y percatarse que todo lo que conocía como real, ya no estaba. Era más bien una extensión de la casa de Asterión, lo que sus tristes ojos visualizaban.
No sabía bien donde estaba, pero se dejó internar por los pasajes secretos vulnerabilizandose, la razón se le perdió, el tiempo se desestabilizó, mas ella seguía caminando.
Aradue se acercó lentamente con su triste caminar y en sus manos una carta.
"Aradue, es mi nombre." -dijo. Hipólita volvió su cara hacia aquella desfachatada figura y preguntó, " ¿dónde estoy? ¿Qué es este lugar?" "Odrme, donde el esfuerzo esta vestido de aromas y la maldad de necesidad. Tal vez en apariencia no es la casa del Papa, pero esto es real." "estoy perdida" fueron las únicas palabras de Hipólita, pero Aradue le aseguró que nadie llegaba por error a Odrme, extendió su mano y le entregó la carta a la chica de pelo rojizo; a pesar de su esfuerzo por entender, la carta, lo que sucedía, le fue imposible. Sus pensamientos disfuncionales se entrelazaban con aquella realidad de manera que su realidad se veía irreal ante esta realidad.
Hipólita y Aradue caminaron recorriendo los pasillos de Odrme, dejándose llevar por la belleza escondida, desechando lo aprendido, el miedo y la funcionalidad del mundo.
Muñecas con aroma a eucalipto, recorrieron las entrañas de la joven, de todos los tamaños y colores, de pelos rizados, vestidas de princesas con ojos melancólicamente alegres. A Hipólita le hacía recordar su infancia y los juegos. 
En un pasillo había infinitos frascos, rosas, ropas, caras, que atrapaban las ilusiones de Aradue e Hipólita, cuadros que encerraban el alma de sus pintores, plantas que curaban a los enfermos del corazón, libros para alimentar el a los enfermos de la imaginación, juegos para los niños atrapados en cuerpos de adultos y uno que otro por ahí, por allá endulzándose la vida, al final del pasillo en el rincón, lejos del ruido y la locura, un tramo bastante peculiar cautivó la atención de la chica del pelo rojo, la mirada de Hipólita se centró en los estrambóticos relojes, todos de diferentes formas y tamaños, diseños exquisitamente extraordinarios o completamente sencillos, todos únicos pero hermosos, ninguno era parecido al otro salvo por una característica que los hacia ligeramente iguales, sus agujillas giraban de lado contrario, tal vez para Aradue ese detalle era insignificante, mas Hipólita no comprendía porqué. 
"Giran en dirección opuesta." llevando su mirada hacia Aradue esperando una respuesta, a lo que él se limitó a contestar, "es irrelevante." Hipólita se volvió, Aradue ya no estaba, como un tenue sueño se había ido. "¿Aradue?" dijo la joven buscando con sus ojos al muchacho de figura desfachatada, "¿Aradue?" volvió a repetir, sin encontrar respuesta que logrará tranquilizar la oquedad de su corazón.
Desconcertada Hipólita sujetó con sus manos uno de los relojes, con detalles de caballos metálicos, algo de pronto cambió, súbitamente las agujillas giraban de izquierda a derecha. De poquito a poco Hipólita regresaba a la realidad, relojes de formas y diseños iguales, flores secas, aromas aledaños y gente apresurada. 
"Disculpe, ¿le puedo ayudar en algo, señorita?" preguntó una vocecita tímida, la niñita de ojos grandes miraba fijamente a Hipólita esperando una respuesta, mas ella no contestó, dio la vuelta y se fue. La radiante luz del día la cegó por un instante, pronto logró ver la inmutable expresión de la muchedumbre que caminaba sin sentido por la calle, monótonamente. 
En sus manos una carta, "el mecanismo robótico, obstruye la belleza del mundo, solo nos permite ver lo que nos enseñaron, no lo que es necesario." 
En ese momento, ella fue y dejó de ser.

enero 13, 2012: visita al mercado.